jueves, 3 de febrero de 2011

La experiencia fascinante de volar, por Andy Stalman.

Cuando era pequeño había dos cosas que me fascinaban de viajar en avión. La primera era el momento del despegue, cuando los motores se llenaban de potencia y el avión se iba comiendo la pista a una velocidad increíble. Recuerdo esa sensación de mi cuerpo hundiéndose en el respaldo por la propia inercia. Y también el instante en el que al dejar tierra todo lo que hasta hacía poco era grande se iba transformando en diminuto. Me daba igual si era de día o de noche, aunque de noche agregaba algo más de magia. La segunda, era mirar por las ventanillas las formas de las nubes. Un elefante, un dinosaurio, un pato, una pelota de fútbol, un barco pirata. Las nubes siempre hicieron que mi imaginación fuera más allá. Atravesarlas para aterrizar era una experiencia inenarrable.


Ha pasado mucho tiempo pero esas maravillosas sensaciones siguen intactas. Empieza un nuevo año y con él una década. Hace poco tuve la oportunidad de vivir la entrada del año en un vuelo de Iberia de Madrid a Buenos Aires. El avión despegó prácticamente sobre la medianoche, entre brindis y uvas. La imagen de Madrid iluminada por los fuegos artificiales que se observaba desde la ventanilla fue un espectáculo inolvidable.


Por mi trabajo, viajar es cada día más habitual para mí. Este mundo global e interconectado ha puesto el hecho de volar en el centro de la escena. En el transcurso de 2010 más de 100 vuelos con destino a Europa, Asia y Latinoamérica me hicieron desconectar de un mundo para conectarme con otros.


Me gusta el avión porque nos permite sumergirnos en una dimensión distinta. Desconectando de la tierra, dejo atrás los mails, las redes sociales, el móvil, para adentrarme en esa sensación entre mágica e ilógica de estar a diez mil metros de altura.


Viajar es sin duda una de las experiencias más fascinantes a las que el hombre puede acceder. Volar no solo es físico, sobre todo es emocional. Viajo hacia lo desconocido, hacia un encuentro, hacia una oportunidad, hacia una expectativa, un descubrimiento, una emoción, vivencias que empiezan y terminan en el avión, aunque luego duren muchos años más.

Empieza un fascinante y desafiante 2011. Arranca una década donde viajar, experimentar, conocer y aprender serán parte de la formación personal y profesional. Cada vez que los motores aceleran y mi cabeza se apoya en el respaldo miro por la ventanilla pensando en las nuevas sensaciones a lo largo de este viaje.



The Fascinating Experience of Flying.


When I was small, there were two things that fascinated me about travelling by plane. The first was the moment of takeoff, when the engines filled up with power and the aircraft ate up the runway at an incredible spreed. I remember the sensation of my body sinking into the back of the seat with my own inertia, and also the moment of liftin off, when everything that had been big shrank steadily until it became tiny. I didn´t care if it was day or night, although the night added a little more magic. The second thing was looking out of the window at the shapes of the clouds: an elephant, a dinosaur, a duck, a football, a pirate ship. The clouds always sent my imagination wandering. Coming down through them to land was an indescribable experience.


That was a long time ago, but those marvellous sensations remain intact. A new year is beginning, and with it a new decade. Not long ago, I had the opportunity to see in the New Year on an Iberia flight from Madrid to Buenos Aires. The plane took off almost at midnight amidst toasting and the traditional grapes. The view from the window of Madrid lit up by fireworks was an unforgettable sight.


My job makes me travel more and more regularly. This globalised and interconnected world has put flying centre stage. In the course of 2010, over 100 flights to Europe, Asia and Latin America disconnected me from one world to connect me with others.


I like planes because they submerge us in a differente dimension. Severed from the earth, I leave my emails, social networks and cellphones behind me and surrender to the magical illogical sensation of being at a height of ten thousand metres.


Travelling is undoubtedly one of the most fascinating experiences available to man. Flying is not only physical but above all emotional. I travel towards an encounter, towards an opportunity, towards an expectation, a discovery, an emotion, experiences that start and end on a plane even if they then last many years longer.


A fascinating and challenging 2011 is begining. It is the start of a decade when travelling, experiencing, discovering and learning will form part of personal and professional development. Every time the engines accelerate and my head rest back against the seat, I look out of the window and thing about the new sensations this journey will bring me.

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